Nuestros antepasados Aztecas, consideraban animales sagrados a los perritos Xoloitzcuintle.
A estos ejemplares pelones, la gente los cuidaba con mucho afán, ya que había la creencia de que, si te ganabas su amor, tratándolos con cariño, ellos harían todo para ayudarte a llegar a la paz en tu viaje hacia la muerte, atravesando el Mictlán.
Dicha travesía implicaba atravesar aquel enorme río, mientras los lamentos de tantas ánimas atormentadas por haber sido crueles en vida suenan en el fondo.
Y es que Xolotl, custodiaba al dios del Sol “Tonatiuh” en su travesía alrededor de la bóveda celeste.
Finalmente, eran enviados al Mictlán para ayudar a los muertos a cruzar ese río, donde una iguana detenía a quienes habían maltratado a los perros.