“No hay tiempo para las cosas” dice Abel Vázquez, bromeando un poco acerca del juego de palabras en que consiste el nombre de la obra. El tiempo de no tiempo, representa a las dos hijas del pintor: Citlalli y Meztli, ambas amantes de la naturaleza, seres espirituales en busca de su propio tiempo.
El cuadro está dividido entre la tierra y cosmología. Lo más impresionante del arte de Abel, es que siempre juega no solo con sus títulos, sino también con las formas y figuras que plasma. De un lado, el cuadro te cuenta una historia, pero si lo volteas unas 3 veces más, obtendrás versiones distintas del relato; esto es, sin duda, lo que lo vuelve peculiar y atractivo.