Procesos Creativos
Presas del Silencio
Por Melva Medina

Cuando el alma de un ser es violentada la mente corre en su defensa y crea un blindaje que la “protege” ocultándola en el silencio. Lo subsecuente es un encierro que mantiene al espíritu aprisionado, confundido e inmerso en el conflicto y el dolor…
Hay encuentros mágicos entre personas, algunos intensos y pasionales, algunos armónicos y rodeados de amor, pero también los hay salvajes y llenos de sadismo y odio.
El mundo actual ha polarizado a la raza humana. Se exacerba la ira, la intolerancia y las agresiones físicas. Se fomenta y promueve el morbo, el amarillismo mediático y el sensasionalismo. Se deja a un lado nuestra capacidad de asombro y nos volvemos espectadores, protagonistas y consumidores de historias dolorosas como parte de un entretenimiento cotidiano. En consecuendia, cerramos los ojos a la moralidad y la valoración de los derechos humanos.

La frecuencia del desastre y del comportamiento primitivo, animal y equivocado de un gran sector de la humanidad nos presenta estos hechos como algo normal de la vida cotidiana. De esta manera, se justifican los comportamientos inhumanos como parte de la esencia que nos caracteriza como especie.
El sutil encuentro de la caricia y la sexualidad se ve transformada en abuso cuando una de las partes es usada; cuando se pasa de algo que por calidad humana debería ser la culminación energética y química del amor, a una agresión salvaje, básica y primaria de individuos que gustan de satisfacer sus instintos; cuando se violentan seres humanos indefensos, sin importar la consecuencia de sus actos.


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