Esta es la obra maestra de Abel Vázquez; una obra que tardó 4 años en concluir.

Es un homenaje que rinde a su musa, la también artista Melva Medina, quien ha sido su compañera durante 30 años de su vida y es la madre de sus hijas.

El cuadro no tiene una lectura horizontal, es un cúmulo de ideas en donde el maestro describe diferentes facetas y etapas de la vida y personalidad de Melva. Sus sueños, su desarrollo, su magia, su erotismo y sus deseos.

Describe el espíritu que ha logrado hermanar sus labores y crear una familia entregándose totalmente al arte. Se entienden algunos elementos de la naturaleza, dentro de la narrativa, como son los nopales y la grana cochinilla; que es un parásito que se enquista en las pencas y es muy admirado por el artista, pues de ello se obtiene un tinte color magenta. La forma de su crecimiento es un misterio, y esto lo equipara como uno de los rasgos de la personalidad de su compañera que no termina de descifrar. Y es que la relación es compleja pero también es enriquecedora, es por eso que el cuadro deja tener mil lecturas, no hay límites.

Dentro de esta obra podemos ver también la presencia de los nahuales y muchos animalitos en su entorno, siempre inmerso entre la generosa madre tierra, donde pueden notarse diferentes planos y un elemento central, un gran cactus que es la representación de él mismo como eje central de la composición de esta pintura monumental.