Abel tuvo múltiples experiencias, en su hogar de la infancia, dentro de la comunidad oaxaqueña.

Las vivencias experimentadas en el pueblo, son las que dan motivos a temas cotidianos de múltiples obras, descritas de forma muy propia por el autor.

En esta pintura en específico conocemos a la tía Lolita; uno de los familiares favoritos de Abel.

Ella se encuentra retratada en el momento en el que transmitió al artista el conocimiento de la pizca de pitaya o tuna. 

Con una vara, toma respetuosamente los frutos, colocándolos directamente en los canastos para no picarse las manos.

Ella porta elegantemente el traje tradicional  de “Tehuana”, y lleva bordado un pescado que anhela tener. 

Esta es una actividad marcó mucho al autor, pues le pareció un proceso casi espiritual.